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En el ocaso cuando mi alma se tambalea
llega la poesia
cuando ya no veo las letras
la poesia me dispara
desde el punto mas alto
a mi atolondrada alma
desperdicio de amores
inactitud sugerente
poesia maldita poesia
me tienes solo
escuchandote
siguiendote
me hablas como mujer transfigurada
por el deseo de otros
te diriges a mi alma sin respeto
(como todos )
tormento divino
melancolica posicion de letras insignes
con sentido visceral
no¡¡....poesia ... ya no te quiero
rechazo tu dulce mirada envolvente
desde ahora y para siempre .
POEMA 8
Abeja blanca zumbas —ebria de miel— en mi alma y te tuerces en lentas espirales de humo.
Soy el desesperado, la palabra sin ecos, el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. En mi tierra desierta eres la última rosa.
Ah silenciosa!
Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
Tienes ojos profundos donde la noche alea. Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen tus senos a los caracoles blancos. Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la soledad de donde estás ausente. Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda descalza por las calles mojadas. De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah silenciosa!
Abeja blanca zumbas —ebria de miel— en mi alma y te tuerces en lentas espirales de humo.
Soy el desesperado, la palabra sin ecos, el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. En mi tierra desierta eres la última rosa.
Ah silenciosa!
Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
Tienes ojos profundos donde la noche alea. Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen tus senos a los caracoles blancos. Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la soledad de donde estás ausente. Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda descalza por las calles mojadas. De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah silenciosa!